jueves, 16 de mayo de 2013

Culés, Indios,Vikingos.... " El orígen"

CristiaThor Ronaldo, el mazo luso


miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Atención al cliente? ¿Después de firmar el maldito contrato telefónico?... Ninguna, diría yo



¡ Hasta el gorro de las compañías de teléfonos!. Seis millones nosecuantos mil parados y yo a pelearme con una máquina que habla desalmada desde el otro lado del smartphone. Y cuando encuentro la forma de dar con un ser humano resulta que, aunque hablamos el mismo idioma, no usamos los mismos vocablos; o sea que no nos aclaramos  porque seguramente me estaran atendiendo desde algún país muy alejado en paralelos y meridianos. Son esas cosas de la globalización y la reducción de costes. Si a esto se le añade que hablamos de facturas, entonces la frustración alcanza niveles intolerables.
 Es la misma sensación que uno tiene cuando ve que las potencias y los potentados reciben subvenciones mientras pagan la crisis que ellos mismos crearon los humildes, con los que se cuenta como combustible para mantener sus rijosas existencias.
Vivimos en una sociedad absolutamente esclavizada por las necesidades impuestas -con muy poco esfuerzo además- que a base de mejorar nuestro bienestar nos ha convertido en máquinas de consumir. Es cierto que la especie humana se ha desarrollado de forma extraordinaria gracias a su ingenio, y que la espectativa de una vida longeva y de calidad es mucho mayor que hace apenas cincuenta años, pero no sin costes que a la larga  acabarán con ella. Seguramente lo primero que se viene a la cabeza es el cambio climático o los enormes desastres y calamidades que la especie ha provocado en el planeta, que no son moco de pavo pero no van a ser los responsables del fin del mundo. ¡ Vaya veleidad prepotente esa de que nos vamos a cargar el planeta!. ¡ Pero si no nos va a dar tiempo! Antes habremos sido engullidos por la indiferencia y la soledad, porque en ese afán acomodaticio dejará de ser necesario el prójimo.

Cada vez se hace más inhóspito un garbeo fuera , y menos necesario porque un teclado o una voz de tono mecánico hacen las veces del tendero del barrio o del comercial de atención al cliente en la delegación de la empresa de turno,  todo sin moverse de casa. Además, basta con plantarse frente a la mega pantalla Blue ray Hd de tecnología LED que nos mostrará las playas de las islas Fidji en el salón, mientras departimos con los cuatrocientos setenta amigos del Facebook y hacemos sentencias chorras para que quepan en Twitter, a ver si logramos la gloria  consiguiento ser "Trending Topic"-  o lo que sea- para wassapearlo- a otros amigos que están es el salón de su casa.
¿ Y la gente?
Alguno me dirá que la cosa no es tan tremenda, que la gente sigue relacionándose. ¿ Seguro?
Esta sociedad está consiguiendo disolverse a sí misma a base de evitar la relación entre las personas. La globalización, la capacidad de comunicación  y la tecnología, sin entrar en los innumerables beneficios que proporcionan, permiten llegar a más gente más lejos, pero desde casa. Todos gritamos y nos expresamos, pero otra cosa es que nos escuchen, que escuchemos. Tampoco es fácil que se nos vea entre tanto fuego de artificio y, desde casa, cada vez más difícil que nos olamos o nos toquemos.  ¿ Cuánto menos entendernos?


Esta civilización está atestada de yonquis de todas clases. Queramos o no nuestra forma de vida, cada vez más alejada de los orígenes, genera ansiedad, vacíos que suplimos cada cual con nuestra droga. Y no hablo de esas que permiten ver dragones por el pasillo, sino de las que practicamente nadie se libra, por ser inherentes a la sociedad que las genera.

Como hijos de nuestro tiempo los adictos a la tecnología lo tenemos mal pues tenemos que apechar con las formas de tratar a las personas que esas informes masas de hacer dinero suelen usar. Saben de su importancia para nosotros y nos muestran lo que a ellas les importamos, con la dichosa vocecita de frases barajadas por un procesador dispuestas a orientarnos y maravillosamente dotadas para enervarnos.

 Y si no es  la máquina suficiente oprobio, además hacen uso de otras personas que "padecen" sueldos y horarios  en perfecto desequilibrio, por cortos y lo contrario, que deben soportar al ya calentito cliente, tras previo paso por la  voz  que canta las opciones, quien relatará  todo el diccionario de insultos y frases malsonantes a falta de un responsable al que destinarlas. En este punto, no sé si rendirles homenaje  a esas personas de castellano melodioso o acordarme también de sus progéneres porque guasapean mientras yo me desgañito intentando hacer que mi queja prospere.

Y es que el simple intento de hacer que se atienda una reclamación por parte de una compañía de teléfonos puede hacernos llegar a pensar que la sociedad se descompone. Despues de tan infausta aventura uno se siente impotente, ninguneado, sometido y , como suele ser habitual en su diplomacia de alcurnia,  amenazado de ser desconectado del mundo si no se hace como ellos dicen. ¡  Y con ello obligarme a salir de casa!

¡ A que me planto y me voy a hablar con alguien cara a cara tomándome un café en un bar!